Ahí estabas tú, dispuesto a comenzar con esa meditación de la que todo el mundo cuenta maravillas.
Era una de esas semanas a tope de estrés y tenías ganas de relajarte un rato, pero sólo colocarte en esa posición en el suelo ya sentiste que de relajación iba a haber poco.
Tu intención de practicar era buena, pero te sentías incómodo, sentías molestia en la zona de las ingles y tu cabeza estaba en modo centrifugadora.
“Esto no es para ti” o “Menuda pérdida de tiempo tan absurda” – Te decías mentalmente.
Pues oye, resultó que no pudiste poner la mente en blanco y sentir esa iluminación de la que todos hablan. ¡Vaya fiasco!
Y es que a veces, tenemos una idea equivocada de cómo son (o deberían ser) las cosas.
En torno a la meditación hay muchos mitos y leyendas, dogmas y hermetismos.
Por eso hoy, quiero compartir contigo 5 formas diferentes que quizá no correspondan a la imagen del buda que te han vendido hasta día de hoy.
La meditación, como la asanas de yoga, deben adaptarse a ti y no tú a ellas, y para ello, nada mejor que probar y escucharte para poder averiguar qué es lo que más resuena contigo.
Vamos a descubrir juntos algunos métodos de meditación más allá de lo que se supone que es meditar. ¡Espero que te sean de ayuda!
1. El mindfulness o la atención plena
El mindfulness te va a ayudar a vivir más presente, no sólo en una práctica formar dentro de la esterilla, sino también más allá de ella. ¡Y aquí es donde quiero hoy encaminarte!
La definición sobre el mindfulness dice que es la consciencia que emerge cuando prestamos atención (de forma intencionada) al momento presente y sin juzgar.
Entonces, podríamos decir que si te sientas en silencio a experimentar tan sólo lo que sucede, sin enredarte en pensamientos, estarías practicando mindfulness.
Esto puede darse al aire libre, por ejemplo, observando el movimiento de las hojas de un árbol en el parque de al lado de tu casa.
A continuación, déjame darte algunos ejemplos en los que podrías practicar este estado de presencia de forma cotidiana, sin sentarte en posición de loto ni dejar tu mente en blanco.
- Colorea o pinta: Cuando estamos concentrados en una labor creativa el resto de cosas se disuelven en esa experiencia. Puedes empezar coloreando un libro de mandalas y si tienes muy desarrollada tu técnica artística, puedes animarte directamente a dibujar o pintar cuadros.
- Cocina: Si eres de esas personas que disfrutan cocinando, puedes dirigir tu atención a cada cosa que hagas. Corta los alimentos, observa sus colores, disfruta sus aromas…
- Ducha consciente: Que tu hora del aseo sea sagrada. Disfruta del roce del agua en tu piel, de lo bien que huele el jabón, el juego de luces que hace su espuma o la temperatura del agua.
- Paseos mindfulness: Camina a solas durante un rato al día procurando prestar tu atención a lo que sucede dentro y fuera de ti. Siente cada pisada y el peso de tu cuerpo balancearse, escucha atento el sonido ambiente o date cuenta de la sensación de la brisa acariciando tu cara.
Además, siempre podrás crear el hábito con una práctica más formal, aunque sea breve, en la que cada mañana empieces el día sentado cómodamente (puedes usar una silla, por ejemplo) y prestes atención únicamente a tu respiración.
Puedes hacer un conteo de cada respiración completa que hagas (inhalación + exhalación), observar el fluir del aire por tus fosas nasales o atender el vaivén del movimiento de tu cuerpo.
Te darás cuenta poco a poco, de cómo comienzas a gestionar mejor las situaciones, cómo te sientes más en calma durante el día a día e irás encontrando la radio mental a mucho menor volumen que antes. ¡Pruébalo!
2. El movimiento
Resulta curioso porque nuestros cuerpos están en constante movimiento, pero pocas de las veces nos movemos de forma consciente e involuntaria.
Como vivimos en piloto automático, nos movemos como autómatas.
Incluso si eres de esas personas que acostumbra a practicar deporte, va al gym o sale a correr.
En la mayoría de ocasiones estoy segura de que no sientes tu cuerpo en movimiento.
Por eso, como método de meditación te recomiendo utilizar esa consciencia plena de la que hablábamos en el anterior punto a la hora de realizar nuestros movimientos.
Hay a quien le es más sencillo observar su cuerpo cuando éste se encuentra activo, por eso he creído recomendable compartir contigo esta técnica.
Puedes asistir a alguna clase de yoga de tu ciudad o preparar un espacio para practicar yoga en casa.
O puedes por ejemplo, meditar mientras bailas. Esto es algo de lo que se habla poco, pero desde tiempos ancestrales se ha utilizado el baile como forma de meditación.
Los 5 ritmos de Gabrielle Roth o la Biodanza son disciplinas que surgen de esta necesidad actual de encontrar formas de conectar espiritualmente a través del movimiento.
Si te llama la atención, busca algún centro donde puedas bailar en grupo, pero si lo prefieres, siempre puedes encontrar música evocativa en tu casa y mover tu cuerpo acompasado por tu respiración.
No pienses en nada, tan sólo mueve cada parte de ti de forma intencionada, conecta con la música y presta atención a cómo respiras. Disfruta.
3. Meditación con los elementos
Nos resulta más sencillo meditar cuando estamos en un ambiente propicio para ello. La naturaleza, siempre nos ha hecho sentirnos inspirados y es por esto que trabajar con los elementos puede sernos de gran ayuda.
Si estás iniciándote como meditador, qué mejor que re-conectar con lo esencial: la tierra, el aire, el agua y el fuego.
En este blog ya te han propuesto algunos ejercicios de meditación con el elemento aire, agua y fuego.
Tu cuerpo será el canal que conecte el elemento contigo. La naturaleza nos permite encontrarnos como en casa estemos donde estemos.
Busca alguna canción en Youtube que sea relajante y tenga sonidos naturales para poder ambientar el espacio.
Siéntate, o túmbate cómodamente y practica concentrado en el elemento que elijas.
Si estás sentado, puedes observar una vela durante unos minutos. Para esto puedes ayudarte de un sonido ambiente típico de chimenea. Mira sus movimientos con curiosidad.
También puedes ayudarte de tu imaginación para hacer que tu respiración te lleve a visualizar cómo con cada exhalación se van creando raíces debajo de ti que te anclan a la tierra, y con la inhalación, pequeñas fibras luminosas que salen de tu coronilla para conectarte al cielo.
¿Qué tal imaginarte como un recipiente que se llena y vacía de agua con cada inhalación? ¿Y visualizar el ir y venir de las olas del mar?
Desde luego, será como viajar sin moverte de casa y estoy segura de que conseguirá calmar tu mente, aliviando todo tipo de tensiones acumuladas.
Conclusión:
Como ves, no hace falta retirarse a vivir en el Tíbet o dejar tu mente en blanco para poder disfrutar de la meditación.
Espero que te animes a probar estas sencillas técnicas de meditación y que poco a poco vayas consiguiendo cabalgar los arrebatos de tu mente.
Recuerda, no necesitas nada para poder hacerlo, ni siquiera sentarte en una esterilla en posición de indio.
Ni malas budistas, ni mantras impronunciables, ni cuarzos de colores… ¡Sólo tú puedes llegar a ese estado de conexión y paz interior!
Así que, poco a poco, comienza con pequeños pasos y se constante, de esa forma cada vez lo integrarás más en tu vida.
Muchos pocos hacen un gran mucho.
Muchas gracias por leerme y… ¡Feliz momento presente!
Life coach, facilitadora de meditación y mindfulness, profe de yoga y autora del libro «Despierta tu Diosa Interior». Apasionada de la escritura y el aprendizaje constante, los animales y los viajes. Co-fundadora del proyecto Turismo de Bienestar y Siemprendes. Compartiendo a través de lorenamolinero.com desde 2013 con el fin de aportar lo mejor de sí misma a la gran familia humana de este planeta. Su lema: Amor por la existencia, la existencia por amor.