Ser activo tiene muchos beneficios, desde la salud del corazón hasta la calidad del sueño y la función cerebral, pero saber que es bueno para ti no siempre significa que sea fácil ir al gimnasio.
Si tienes problemas para entrar en una rutina de ejercicios, echa un vistazo a algunos métodos probados para levantarte del sofá y romper a sudar.
VÍSTETE PARA HACER EJERCICIO, AUNQUE NO TE SIENTAS CON FUERZAS.
En muchos sentidos, ponerse una sudadera o unos pantalones de yoga es incluso más importante que salir por la puerta para ir al gimnasio.
Las investigaciones han sugerido que nuestros cerebros son susceptibles de «cognición encubierta», una forma técnica de decir que vestirse para el papel puede ayudar a alimentar tu ambición de completar una tarea elegida.
Si te pones toda la ropa de entrenamiento, es mucho más probable que salgas por la puerta.
COMPROMÉTETE CON UN AMIGO.
Puede ser útil tener un compañero de responsabilidad, así que haz planes para hacer un entrenamiento conjunto con un amigo.
Sentir que otra persona cuenta con tu asistencia hará que sea menos probable que te saltes la sesión.
Y lo que es mejor, ver a tu amigo rendir -corriendo una distancia más larga o levantando pesos más pesados- también puede darte la motivación para esforzarte, y podéis compartir consejos y celebrar el progreso del otro.
HAZ UN PLAN.
Si sólo quieres estar activo, no hay nada malo en ir a un gimnasio e invertir tiempo en cualquier equipo o actividad que te apetezca.
Pero el inconveniente de esas visitas sin rumbo es que al saltártelas no sientes que estés impidiendo el progreso hacia un objetivo.
Después de un período de rodaje, es mejor imaginar una línea de meta -perder peso, aumentar la resistencia, añadir músculo o una mezcla de cada uno- y centrar tu energía en trabajar hacia ella.
VETE TEMPRANO.
Si te levantas temprano por la mañana y te diriges al gimnasio antes de empezar el día, habrás evitado con éxito las ocho o diez horas que podrías convencerte de no ir.
Hacer ejercicio puede darte mucha energía, por lo que es una rutina matutina ideal, pero si esperas, podrías sentirte demasiado cansado para ir.
Salir de la cama puede ser difícil esas primeras mañanas, pero una vez que hayas establecido un ritmo, te alegrarás de haberlo hecho.
CAMBIA TU RUTINA.
Aunque seas un animal de costumbres, repetir los mismos ejercicios una y otra vez puede resultar monótono.
Para evitar el aburrimiento, prueba a cambiar el orden de los mismos o a sustituirlos por otros alternativos: un press de banca inclinado, por ejemplo, en lugar de uno plano.
Al cambiar las cosas, mantendrás tanto tu cuerpo como tu mente involucrados en la actividad. (Y siempre puedes volver a tu rutina habitual más tarde).
VISUALIZA EL ÉXITO.
La visualización es una herramienta atlética que se ha utilizado durante décadas.
Cerrando los ojos e imaginando cómo se vería y se sentiría al lograr un objetivo o completar un ejercicio, podemos prepararnos física y psicológicamente para la tarea en cuestión.
Si estás arrastrando los pies o estás considerando saltarte un entrenamiento, prueba a sentarte durante unos minutos para visualizar cómo te sentirías si fueras al gimnasio y cómo te acercaría un paso más a tu objetivo.
NO TE PASES DE LA RAYA.
Tener objetivos, aunque sean elevados, es la clave para cualquier cosa que quieras conseguir en la vida.
Pero si decides que quieres tener las proporciones de una modelo de fitness para agosto o pasar de un 5K a un tiempo de maratón de tres horas, puede que te estés preparando para la decepción.
Asegúrate de que el listón es alcanzable -incluso si se trata de apuntar a sólo 15 minutos en bicicleta- para que no te sientas abrumado.
¡No te olvides de celebrar los pequeños hitos en el camino!
DESHAZTE DE LOS OBSTÁCULOS.
Puede que haya algo que te impida ir al gimnasio.
¿La cafetera no funciona, privándote de la crucial inyección de cafeína que te gusta antes de entrenar?
¿No te gusta la ubicación de tu gimnasio o sus instructores de clases de fitness?
No esperes a poder utilizar los obstáculos para excusar una sesión perdida.
Toma medidas para resolver el problema y así tener un camino claro y sin obstáculos hacia tus objetivos.
CONSIDERA LA POSIBILIDAD DE CONTRATAR A UN ENTRENADOR.
Los instructores de fitness certificados aumentan el coste de tu entrenamiento, pero también pueden añadir mucho valor tangible.
Un experto puede diseñar un programa basado en tus objetivos, enseñarte a utilizar el equipo y darte consejos sobre nutrición.
Puede que no necesites su ayuda durante mucho tiempo, pero tenerlos presentes mientras empiezas podría obligarte a seguir con ello.
REGISTRA TUS ENTRENAMIENTOS.
Al registrar las distancias, los pesos y otros hitos objetivos en tu viaje de fitness, podrás ver el progreso en papel.
Ese registro puede ser muy útil cuando te sientas sin ánimos o aletargado.
Hacer referencia a una época en la que sólo podías correr media milla, por ejemplo, podría motivarte a seguir con ello porque ahora estás acostumbrado a correr dos o tres.
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